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Ya son 150 los chicos que vinieron a compartir una divertida tarde de danzas, juegos, canciones, frutas frescas y vegetales!
Por Juan Garff
Para algunos es difícil compatibilizar el teatro con la educación. Unos temen y otros impulsan la subordinación del primer término a los objetivos del segundo. En cambio, Aurelia Chillemi, directora del elenco coral y coreográfico Chinchiribella, y Gustavo Ferrari y Valeria Castro, a cargo de la dirección general y artística, respectivamente del Grupo de Teatro Educativo Eureka, rescatan el poder movilizador de la experiencia teatral como vía regia hacia la sensibilización de los niños en temas de difícil acceso para la educación formal.
Los hábitos no son fáciles de transmitir en el aula. El chico puede conocer de educación vial, pero eso no garantiza que al salir a la calle sea responsable. Ese es el potencial que encontramos en el teatro. La experiencia es modificadora, porque impacta en otros lugares, no sólo en lo intelectual", dice Valeria Castro, autora de las obras de educación vial y medioambiental de Eureka. "No venimos a dar información, la podemos tener o buscar, podemos dar un folleto, pero nosotros venimos a sensibilizar, a movilizar, a compartir una experiencia, en la que el público se sienta actor y partícipe, y sienta que su accionar puede modificar lo que lo rodea."
Para Ferrari, la capacidad de intervenir en la obra que se le presenta al pequeño espectador la traslada luego a la vida cotidiana. "Se les plantea asumir una «supermisión»: «En este auto, respetamos al peatón», y los chicos toman ese compromiso con lo que ven. El niño defiende con mucho énfasis lo que cree justo, no lo cambia así nomás por otras cosas, en eso no tiene grises, cuando se compromete con lo que cree justo y correcto."
La función teatral, más allá de su contenido temático, entronca además con un sistema de valores que se contrapone a buena parte de la cultura contemporánea en que se encuentra inmersa la niñez. "No se da una transformación con una función -aclara Aurelia Chillemi-, pero lo importante es ver cómo se enriquece el mundo simbólico de los niños, están muy perturbados a este nivel, con una saturación de estímulos con mucha imagen, que no da tiempo para ser metabolizada."
Chillemi generó, a partir de sus cátedras en el Instituto Universitario Nacional de Arte (IUNA), el proyecto por el que el Coro Expresión de Buenos Aires Chinchiribella aborda en su espectáculo en El corazón de Noé el derecho a una alimentación saludable. El sedentarismo observado en los niños, con muchas horas delante de las pantallas de televisión y computadora recibiendo información distorsionada, que les asegura que tienen muchos amigos a través de Internet, trae problemas graves de salud, con cada vez más casos de obesidad infantil. "Y lo que se pierde es el juego cuerpo a cuerpo; el encuentro con los amigos reales", agrega.
Con otro tipo de estímulos, incluso, se enriquece la capacidad cognitiva del niño, aseguran los tres. "Al identificarse con los personajes en el teatro, puede proyectar cosas del mundo interno en los personajes o tomar de ellos cosas que les sean significativas para su mundo interno -resume Chillemi- que es también la función de los cuentos tradicionales, cuando los piden escuchar una y otra vez."
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